Hace unos días unos alumnos me
invitaron a una tertulia de arte, organizada por ellos en una casa. El tema era
Yves Klein. Confieso que es un autor que no me llama la atención, pero entiendo
que a muchos de ustedes les puede gustar y aquí va mi informe:
La charla fue dada por Javier
Ortiz Echagüe, que está a punto de publicar un libro sobre el tema, con un enfoque distinto que hace entender
mejor la obra de este pintor.
Klein, Monocromía azul, relieve con esponjas 1958 (Wikipedia) |
Klein en su juventud fue judoca (¡llegó
a ser entrenador de la Selección Española de Judo!) y un buen día decidió
dedicarse a la pintura. Sus padres eran artistas, así que no era tan
descabellado este cambio. La base filosófica del judo, es decir, el ansia de
superar los límites de lo material, del cuerpo, fue la obsesión que sirvió como
base a toda su obra. Parte por querer abarcar el azul del cielo de Niza, su
ciudad natal, y fijarlo en el lienzo: surgen así sus pinturas monocromas
azules. De ese cielo nace su pasión por el azul y más tarde patentará el proceso de preparación del que hoy llamamos el azul Klein,
un azul vibrante con matices violáceos (Color Index nº IKB 191). Y luego querrá
abarcar el azul del mar y aparecerán las esponjas pegadas en sus lienzos. ¿Y
las “Antropometrías”? Para él eran manifestaciones de la espiritualidad
encarnada. Pero el cuadro tiene un contorno y él quiere representar lo
infinito… y seguirá buscando. Esto lo llevará a vender espacios de aire a precio oro! (a los
que llamó “Zonas de Sensibilidad Pictórica Inmaterial”) o a armar exposiciones
de lo inmaterial en donde la galería está vacía! O tratar de levitar lanzándose
al vacío o pintar con fuego… Está buscando lo Absoluto, el Cielo, lo inmaterial
pero con elementos materiales. Poco a poco se dará cuenta de que su objetivo es
una utopía, algo realmente imposible de realizar.