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jueves, 13 de noviembre de 2014

¡La Gioconda se ha ido! (2da parte)

El robo de la enigmática dama

Duchamp, L.H.O.O.C.Q,
1919
El 21 de agosto de 1911 Vincenzo Peruggia, junto con los hermanos Lancellotti, se llevaron la Gioconda del Louvre, sin ningún problema. (Pincha aquí si no has leído el artículo anterior.)

En el juicio declaró que había sido un acto patriótico, aunque era evidente que buscaba dinero. Pero era poco verosímil que él hubiese ideado el plan. ¿Quién estaba detrás de todo esto? En un principio, Apollinaire y Picasso fueron involucrados: pregonaban a todos los vientos que había que matar al arte antiguo para dar paso al nuevo; pero los hechos revelaron que no tenían nada que ver con esto.[1]








El 25 de junio de 1932 aparece un artículo en el Saturday Evening Post sobre el caso del robo de la Gioconda y la confesión del supuesto autor intelectual, el marqués Eduardo de Valfierno. Fue escrito por Karl Decker, un periodista acostumbrado a buscar la noticia y dispuesto a inventarla si no la encontraba. Valfierno provenía de una familia acomodada de Argentina y era un estafador de guante blanco. Ése no era su nombre y tampoco era marqués, nunca se supo cómo se llamaba realmente. Según Decker, se encuentran en 1914 en un café de Casablanca y el marqués, alardeando de haber cometido el crimen perfecto, le cuenta su versión de los hechos bajo la promesa de que los publique después de su muerte.

Valfierno tenía un socio, Yves Chaudron, un perfecto falsificador. Después de cansarse de ganar dinero vendiendo Murillos falsos, por pura diversión (y no por falta de dinero: Valfierno tenía una fortuna de 1 millón de dólares en lingotes de oro), armaron el siguiente plan: copiar 6 Giocondas perfectas y vendérselas a los millonarios americanos como si cada copia fuese única y auténtica. Éstos no podrían hablar sobre la posesión de este cuadro, lo cual aseguraría que no hablasen entre ellos. La Gioconda debía desaparecer del museo para dar credibilidad a la historia. Por eso, el original no era lo importante. Chaudron se pasó horas copiando el cuadro en el museo. No se permitía copiarlo en sus medidas originales, pero Chaudron usa esa copia como patrón para las demás. Valfierno buscó muebles del 1500 para poder usar la tabla como soporte y que así las copias resistieran cualquier análisis de antigüedad. Chaudron las pintó con los procedimientos propios de un maestro renacentista. Mientras se iban secando, Valfierno cruzaba el océano y en Nueva York las guardaba en la caja de seguridad de un banco, una a una. En la Aduana decía que llevaba una Mona Lisa: nadie sospechaba, pues estaban muy de moda las reproducciones.

El Louvre sin la Gioconda
(Wikipedia)
Había que robar el original y para eso contrata a Peruggia, que conocía el museo por dentro y era el que le había construido la caja de cristal. El domingo 20 de agosto de 1911 visitan el museo los 3, el guardia se había dormido. Pasan esa noche escondidos en un almacén donde los pintores guardaban sus materiales. Al día siguiente pasan desapercibidos con sus batas blancas de operarios del museo. En cuanto el guardia de turno sale a fumar sacan el cuadro y huyen por la escalera de servicio. Allí le sacan el cristal y el marco. Peruggia esconde el cuadro en su bata; se encuentra con que la puerta de esa escalera está cerrada, intenta abrirla con un destornillador, pero justo el fontanero Sauve aparece y le resuelve el problema. Salen los 3 sin problemas, no había guardias en las puertas.


Finalmente, se hicieron las operaciones en USA por 90 millones de dólares; según la versión de Decker, vendieron las copias a 5 americanos y a un brasileño. Los socios se reparten el dinero y se separan. El auténtico quedó en la habitación de Peruggia en París. No había entendido que la Gioconda no estaba en venta, pues eso significaba la prisión.

Pero, ¿quién era realmente Valfierno? ¿Dónde están esas 6 copias? ¿La Gioconda del Louvre es la original o una copia? La versión de Decker tiene muchos errores en los detalles y es la única fuente de esta historia. ¿Es una historia inventada?

Después de tantos años, el robo de la Gioconda sigue siendo aún una historia sin aclararse del todo. Karl Decker murió sin descendencia y no dejó ninguna nota sobre esto. Valfierno murió en Los Ángeles, dueño de una cuantiosa fortuna. Peruggia sirvió como soldado en la 1ra. Guerra Mundial y luego se estableció en Francia como carpintero; murió a los 44 años por intoxicación por plomo. Chaudron se retiró a la campiña francesa y siguió haciendo falsificaciones por hobby; murió unos años antes de que Decker publicara su artículo.

Sapeck, La Gioconda
fumando en pipa,
1883


Y la dama, tan codiciada, se convirtió en un mito de masas gracias a su desaparición temporaria y a la contribución de Duchamp, Warhol y tantos otros… 

Fuentes: Scott, R.A. El robo de la sonrisa. Madrid, Turner, 2010;
Pulitzer, H. Where is the Mona Lisa?  Londres, Pulitzer Press, 1967;
Caparrós, M. Valfierno. Buenos Aires, Planeta, 2005 (novela)







[1] En realidad, tenían que ver con otro asunto que se dio a llamar “El affaire de las estatuillas”, que salió a la luz gracias a la desaparición de la Gioconda, pero no eran culpables de esto. Algún otro día se los cuento…

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