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jueves, 5 de marzo de 2015

La madurez del pintor

El diario de E. Delacroix


Boceto para "La paz descendiendo a la Tierra",
Hôtel de Ville, 1852

"Martes, 12 de Octubre 
(…) ¿cómo puede ser que no me aburra nunca con un pincel en mi mano y que sienta que, si mis fuerzas lo pudieran soportar, nunca dejaría de pintar, salvo para comer y dormir? Recuerdo que antes, en aquella edad en la que se presume de entusiasmo y fuerza de imaginación y que la experiencia falta a todas estas bellas cualidades, me paraba en cada paso, a menudo desmotivado. Es una triste burla de la naturaleza que esta situación sea las que nos viene con la vejez. La madurez se completa y la imaginación sigue tan fresca, tan activa como siempre, especialmente en el silencio de las locas e impetuosas pasiones que esa edad trae consigo; pero las fuerzas faltan, los sentidos están gastados y necesitan más descanso que movimiento. Y sin embargo, con todos estos inconvenientes, ¡qué consolación la que obtenemos del trabajo!



¡Qué feliz estoy de no tener que buscar la felicidad como lo pretendía antes! ¿De qué salvaje tiranía me ha arrancado esta debilidad del cuerpo? Lo que menos me preocupaba era mi pintura. Por lo tanto, se debe hacer lo que se pueda; si la naturaleza rechaza el trabajo más de un cierto número de veces, no debemos violentarla, sino considerarnos afortunados por lo que nos deja hacer; no dedicarse a la persecución de alabanzas, que no son más que viento, y disfrutar más del trabajo en sí y de las horas deliciosas que le siguen, con el sentimiento profundo de que nos hemos ganado nuestro descanso por medio de una saludable fatiga,  que mantiene la salud del alma. Esto impide que la herrumbe por los años entumezca los nobles sentimientos." 
(1852)

Autorretrato con chaleco verde,
1837
Si quieres conocer el alma de un representante del Romanticismo, no hay nada mejor que leer el diario de Eugène Delacroix. Comienza a escribirlo en 1822 con 24 años, lo interrumpe y lo retoma con 55, cuando ya es un artista consagrado. 
Siente la necesidad de expresar sus ideas por escrito, ya sea en artículos de revistas o en su diario. Le preocupa tener una buena pluma, ser un buen ensayista. Y a fuerza de practicar, consigue una prosa fluída (aunque un poco soporífera para nuestro gusto). A su muerte quedan libretas y hojas sueltas con todo este material, que se dispersan por distintas razones. Finalmente, es compilado en 3 volúmenes y ha sido bibliografía obligatoria para todos los artistas franceses. En él nos describe pormenorizadamente detalles de su vida cotidiana, sus cambiantes estados de ánimo o sus pensamientos acerca de la pintura, del teatro, de la literatura o de la música. O bien, anota cuestiones puramente técnicas sobre veladuras, pigmentos, fondeados o dibujo. Aparecen citados personajes famosos de la época, con los cuales pasea, visita galerías, se va de viaje, asiste a conciertos o a fiestas: Chopin (de quien era amigo íntimo), Dumas, Berlioz, Baudelaire, Merimeé, Balzac, Corot, Courbet o Géricault.


Apolo derribando a la Pitón, Galería
de Apolo, Museo del Louvre, 1851

El fragmento que les he elegido esta vez está escrito en París: acaba de volver de una función teatral y escribe sus impresiones sobre la función. Sus pensamientos lo llevan a comparar el oficio del actor y del pintor. En estos momentos estaba terminando la decoración del Salón de la Paz en el Hôtel de Ville (destruido en 1871). El año anterior había terminado la de la Galería de Apolo en el Louvre














Texto en francés, ver link
Fuentes: Delacroix, E. The Journal. New York, Phaidon Press, 2010;
Zeitler, R. Die Kunst des 19. Jahrhunderts. Berlín, Propyläen V., 1990
Traducción: C.del Rosso y L. Vigo


1 comentario :

  1. Thanks!
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    Regards

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