Cristina del Rosso: Anamorfo... , ¿qué?

Scrots, Retrato del Príncipe Eduardo VI, 1546 (Imagen: Wikipedia)

Sí, anamorfosis.

La ves en muchas partes, sólo que no sabes que se llama así. Las ves, por ejemplo, en la publicidad de las canchas de fútbol o de básquet.

Beever, Piscina en High Street
(Imagen: J. Beever)

¿Qué es una anamorfosis? Es una imagen distorsionada, como si la estuviéramos estirando como una cuerda. O ensanchándola hasta desfigurarla. Hay de varios tipos: cónicas, cilíndricas, esféricas, etc. Todas tienen un truco: si las miras desde un punto determinado, vuelven a la normalidad. Es un juego óptico, un juego de perspectivas bien rebuscado. Una ilusión óptica en la que la geometría engaña a nuestro cerebro.

Beever, Piscina en High Street, vista
del lado contrario (Imagen: J.Beever)

En la perspectiva lineal, de la que ya hablamos aquí, los objetos se van empequeñeciendo en la lejanía, hacia el punto de fuga. En las anamorfosis es al revés: los objetos se van agrandando y por eso parecen que se elevaran del suelo; se trata de un punto de fuga invertido, que va hacia nuestros ojos, y de proporciones invertidas. También se puede jugar con la profundidad: para ello se utiliza la proyección de líneas rectas existentes o con alguna otra referencia del entorno.

Beever, Batman y Robin al rescate
(Imagen: J. Beever)

Para construirla, hay que tener en cuenta la distancia del punto de fuga, la posición del espectador y la altura de sus ojos. Generalmente, hacen falta extensiones muy grandes (algunas miden hasta 7 m) y por eso es un tipo de dibujo que se adecua perfectamente para los artistas callejeros. (Por mencionar algunos: Julian Beever, Eduardo Relero o Kurt Wenner.) Trabajan con tizas o pasteles, con lo cual corren el peligro de que la lluvia haga desaparecer su obra. Un detalle que tienen que tener en cuenta es la presencia de sombras de lámparas, árboles o mobiliario urbano, ya que éstas introducirían un factor distorsionador en el efecto tridimensional de la anamorfosis.

García Hidalgo, 1693
(Imagen: Biblioteca Digital Hispánica)

Probablemente la anamorfosis haya nacido para adecuar las pinturas de techos abovedados al ojo del espectador que está debajo, o sea, para solucionar problemas arquitectónicos. No es raro entonces que este tema aparezca en tratados de arquitectura. Leonardo (¿cuándo no?) ya se planteaba este problema. Como ejemplo les muestro un dibujo de José García Hidalgo, en el que trata de solucionar la visión de un crucifijo que debía ser pintado a gran altura.

El más genial de todos es, sin duda, Andrea Pozzo: en la iglesia de San Ignacio de Roma pinta el techo de tal manera como si fuese inmaterial, como si el cielo estuviese sobre nuestras cabezas.

Pozzo, Glorificación de San Ignacio, 1690

Pozzo, Cúpula falsa, San Ignacio, Roma, 1685

Y también es autor de esta cúpula que no es cúpula: está pintada sobre una superficie plana. (Se había acabado el dinero para construirla y él se ofreció a pintar una de mentira.)

Holbein el Joven, Los embajadores,
1533

La más famosa, sin duda, es la del cuadro “Los embajadores” de Holbein el Joven (1533). Iba a ser colocado encima de una puerta o en una escalera, de tal modo que al pasar uno viera la figura real, una calavera, como recordatorio de la muerte y de nuestro breve paso por el mundo.

Anamorfosis de "Los embajadores"
(Wikipedia)

Por mencionar algunos artistas más: William Scrots o Erhard Schön. Es muy conocido el retrato del Príncipe Eduardo VI de Scrots (1546), con una nariz larga en un paisaje. Si se mira del borde derecho, la cabeza vuelve a su forma real. Parece ser que la pintó para diversión del príncipe.

Seguro que después de haber leído esto, ¡ya no verás de la misma manera el fútbol!