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jueves, 12 de enero de 2017

Destellos de luz

Jardín Museo Sorolla (Imagen: C.del Rosso)

A Sorolla lo conocemos muy bien, pero siempre nos sorprende con algo nuevo, te lo aseguro. Es que este hombre ha pintado tanto, tanto, que es prácticamente imposible conocer toda su obra.

(Imagen: C.del Rosso)
Fui a ver la exposición “Sorolla en París”, en el Museo Sorolla. Es la última parada de una muestra itinerante que comenzó en Munich, siguió a Giverny y ahora ha vuelto a su casa.
Como ya te conté una vez (pincha aquí), es la casa que él mismo se hizo construir y en la que vivió con Clotilde y sus 3 hijos. Volver a ella es regresar al mundo del artista, ese mundo lleno de destellos de luz.

La exposición es muy interesante y te recomiendo que la veas, si puedes. Y si no puedes, ¡aquí estoy yo para contártela! 




Sorolla, Nadadores. Jávea, 1905
Están ahí los cuadros de siempre, los del museo, y otros muchos que han traído especialmente para la ocasión. El hilo conductor es el triunfo de Sorolla en París, cuando logra por fin hacerse un nombre en el extranjero. (Te lo contó él mismo en un artículo anterior: pincha aquí.) Las obras presentadas son aquéllas que le han dado fama y premios. 

Muchos de ellos ya los conocía, algunos los copié cuando estudiaba, a muchos otros no había tenido oportunidad de verlos hasta ahora. Un verdadero placer poder encontrarme (¡al fin!) con “Cosiendo la vela”. Una maravilla: un entrelazado de luces, de chisporroteos aquí y allá. Manos que cosen, el mar sugerido detrás y las flores enmarcando la escena. Es como si el sol jugara a las escondidas, acompañando a esas manos laboriosas. Hay puro movimiento ahí. Dedica su atención a esas manos y todo lo demás va perdiendo definición hacia los extremos del cuadro.
Sorolla, Cosiendo la vela, 1896

Sorolla, Encajonando la pasa, 1901
Lástima que las fotos no logren mostrar todo el vigor de su mano. “Los pimientos” o “Encajonando la pasa” tienen brochazos de luz impresionantes, donde no le tiembla el pulso para cargar el pincel con un blanco luminoso y asestarlo sin miedo sobre la manga de la niña, que está pelando pimientos, o sobre el suelo de una habitación en penumbras. Que me digan después que la pintura gestual es cosa del arte contemporáneo… Ahí está el gesto de Sorolla: ¡hasta nos lo podemos imaginar!




Sorolla, Lucrecia Arana con su hijo
(La familia Benlliure)
Imagínatelo también pintando el lazo de José Luis, el hijo de Mariano Benlliure, que posa junto a su madre. Una pincelada segura, sobre el óleo húmedo, que se va fundiendo a medida que el pincel desciende… ¡Qué cuadro maravilloso! Un cuadro de directa inspiración en Velázquez y “Las Meninas”. Fíjate en el espejo: allí está reflejado Benlliure, dibujando a su esposa e hijo, y, a la derecha, ¡se ve el caballete de Sorolla! Los dos están plasmando la misma escena y nos lo cuentan a través del espejo… Cuánto se podría decir de este cuadro… El mismo recurso lo vimos en “Mi familia” (que ya lo analizamos una vez, pincha aquí)


Sorolla, Clotilde con traje gris,
1900










Por supuesto, su amada Clotilde está siempre presente, siempre elegante y pintada con toda devoción. Y las olas del mar, los niños bañándose, esas aguas transparentes del Mediterráneo, las rocas coloridas de Jávea…  Y sus “notas de color”, pequeños bocetos, unas joyas, impresionantes por su espontaneidad y captación del motivo…






Sorolla, Cala de San Vicente, 1919




Visita obligada: recorrer su casa. El salón, los talleres con sus libros, sus pinceles, su última paleta, su último cuadro sin terminar. Te imaginas la vida de esa familia… Y los jardines… Claro, estamos en invierno. No están tan encantadores como en otras épocas del año, pero igualmente es un agrado sentarse allí donde Clotilde hacía sus labores o posaba para su marido…









¿Por qué nos atrae tanto este pintor? Es lo que me pregunto siempre. ¿Por qué? Ha sido famosísimo en vida, cayó en el olvido y ahora ha vuelto a brillar en todo su esplendor. ¿Por qué ese olvido y por qué este resurgimiento? Creo que es esa luminosidad maravillosa la que nos atrae, la que nos hace olvidar que allí afuera hay un mundo gris y hostil… Me quedé pensando en todo lo que le falta al arte actual, en si no es misión del arte precisamente eso: sumergirnos en un mundo de luz.

(Imagen: C.del Rosso)


Puedes visitar “Sorolla en París” en el Museo Sorolla de Madrid hasta el 19 de marzo de 2017
Sitio web: Museo Sorolla, “Sorolla en París






Este artículo lo puedes leer también en lacasaartica.com









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