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jueves, 12 de octubre de 2017

Viajeros pintores

Los que descubrieron América por 2da vez

Dalí, El descubrimiento de América por Colón,
1958
12 de octubre de 1492: mientras Piero della Francesca moría en su pueblo, el Almirante Cristóbal Colón, mejor dicho, un marinero que se hacía llamar Rodrigo de Triana, avistó las tierras del Nuevo Mundo. En ese mismo día terminaba una era y comenzaba otra.

América estaba allí desde siempre y se sabía que existía. La aventura de Colón confirmó finalmente que no se acababa el mundo más allá del cabo de Finisterre, que había algo más y que se podía llegar a las tan apreciadas Indias yendo hacia el oeste.


Miles de aventureros, desesperados, esperanzados, ambiciosos, se embarcaron para explorar territorios, asentar poblaciones y tomar posesión de las tierras en nombre de los reyes. Y también, en busca de El Dorado.
Charton, Guayaquil, 1849

En el sg. XIX América fue descubierta de nuevo por científicos, aventureros, artistas… Oriente y África ya eran demasiado conocidos y América era un verdadero imán. Había mucho que investigar y documentar y la única manera de dejar constancia de lo que encontraban era con dibujos y pinturas. En algunos casos los mismos exploradores eran los que dibujaban o pintaban lo que veían; en otros, se contrataba a pintores profesionales. En barco, a pie, en burro, recorrieron el continente de norte a sur y de este a oeste, pasando todas las penurias y peligros que te puedas imaginar, cargando acuarelas, blocs, pinceles, y los instrumentos científicos de rigor.

Rugendas, La iglesia de Andacollo
No me alcanzaría el espacio del blog para mencionarte a todos. Te menciono sólo algunos.

El más importante, sin duda, por su aporte a la ciencia, fue Alexander von Humboldt. Viajero incansable, rumbeó a América con un pasaporte emitido por el rey español Carlos IV. Había tomado clases de pintura en París, pero no era lo suyo. Lo acompañó el botánico Aimé Bonpland, que por su profesión tenía más experiencia con el dibujo. La expedición duró 5 años (1799-1804) y registraron todo lo que vieron: fauna, flora, temperaturas, mareas, la geografía, los pueblos, etc., en Cuba, los Andes y México. Humboldt bocetaba todo en su diario de viajes. Cuando volvieron, entregó estos dibujos a artistas profesionales, quienes bajo su dirección (tenía una memoria visual impresionante) armaron las 1500 láminas para su obra de 30 tomos.

Humboldt, El Chimborazo visto desde el valle Tapia, 1810

Post, Plantaciones de azúcar en Brasil, 1659
No fue el primero. Post y Eckhout fueron los artistas que acompañaron a la expedición que registró la flora de Brasil, durante la ocupación holandesa (1634 y 1654). A José Celestino Mutis el rey de España le encargó registrar la flora de Nueva Granada (1784). El resultado fue una obra de 5300 láminas, un trabajo que duró 33 años. Los dibujos originales fueron hechos por artesanos ecuatorianos, con pigmentos fabricados por ellos.




Debret, Selva virgen, 1834
El rey Juan VI de Braganza impulsó la Misión Debret (1816-1824) para revitalizar la corte del Imperio en Río de Janeiro. Debret era un pintor francés, muy bien establecido en París, pero aun así el Trópico pudo más. Fue el que abarcó más temas, pero no fue tan productivo como otros y sólo se quedó en Brasil.






Gay, Paseo de La Cañada, 1854
Claudio Gay había viajado por medio mundo y le faltaba América. Era botánico. Viajó a Chile y se quedó 12 años. El gobierno le encargó el registro de la flora y fauna del país. De sus investigaciones quedaron 24 tomos, con láminas hechas por grabadores, a partir de sus dibujos y acuarelas. Sus cuadros muestran el paisaje de antaño, visto con ojos de un europeo fascinado por lo nuevo y lo distinto.

Bellermann, Atardecer en el Orinoco, 1843



Darwin se llevó al confín del mundo a Earle (1831). Bellermann pintó a Venezuela en la expedición de Karl Moritz (1842-6).











Monvoisin, Soldado de la guardia de Rosas,
1842
También hubo artistas que se lanzaron a la aventura americana solos, con ganas de pintar nuevos paisajes y costumbres distintas. Aventura y riesgo de verdad: Raymond Monvoisin se salvó de un naufragio y tuvo que huir de Buenos Aires, por miedo a ser degollado por los partidarios de Juan Manuel de Rosas. Y el barco de Ernest Charton lo abandonó en las islas Galápagos, aunque su destino era California; vivió en Ecuador, Perú, Chile y murió en Argentina.







Pissarro, Paisaje tropical, 1853
Fritz Melbye, pintor danés, se fue al Caribe (1849). En St. Thomas conoció a un joven llamado Camille Pissarro y salían juntos a pintar. Melbye lo convenció de que se dedicara a la pintura y ya sabemos cómo terminó esto: Pissarro se mudó a Francia y se convirtió en el patriarca de los impresionistas.









El que más trabajó en tierras americanas y más distancias recorrió fue Mauricio Rugendas, protegido de Humboldt. Era alemán, con ancestros catalanes. Con 19 años recaló en Brasil como ilustrador en una expedición científica. Volvió a Europa, tomó contacto con la Escuela de Barbizon, cuyos artistas habían comenzado a pintar al aire libre. Pero la aventura americana pudo más: regresó y anduvo de norte a sur, desde México hasta Chile y Argentina. En total fueron 14 años de viajes y residió 10 en Chile. Dejó 5000 obras que van desde paisajes, tipos étnicos, costumbres, etc. Lo veían pintando con su caballete en todas partes. Pasó muchísimos peligros, como cuando quiso pintar el malón en Argentina. (1)

Rugendas, El malón, 
Como ves, fueron muchos los que, a pesar del riesgo, se sintieron atraídos por América. Buscaban un Paraíso terrenal, virgen, sin fábricas a carbón y carruajes por las calles. Se sorprendieron ante la inmensidad de esas tierras, el poder destructivo y, a la vez, regenerador de la naturaleza, de la fertilidad de sus campos. Había un interés científico (y comercial también) pero la curiosidad por lo exótico se impuso. Muchas de las obras no son del todo fieles a la realidad: son paisajes y personajes idealizados. Esos cuadros influyeron decididamente en la técnica de la pintura del paisaje: si bien muchos quedaron en libros científicos y no eran accesibles para cualquiera, la idea de cómo pintar un paisaje no volvió a ser la misma.


(1)  Los malones son ataques de indígenas a poblaciones, con el fin de saquear y secuestrar a mujeres y niños.

Charton, Bajada de Valparaíso, 1848  

 
Fuentes: Ades, D. Art in Latin America. London, The South Bank Centre, 1990
Castedo, L. A history of Latin American Art and Architecture. New York, Praeger, 1969
Colón, C. Los cuatro viajes. Testamento. Madrid, Alianza, 2014


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