Bazille, El vestido rosa, 1864 |
¡Ay, los estudios de los hijos!
¡Qué complicado es para los padres guiarlos para su futuro! Y cuando descubren
cuál es su vocación, ¡cuántos miedos de que se equivoquen en su elección!
Imagínate a un padre que le ha diseñado a su hijo una vida como médico y el
muchacho sólo quiere pintar… Un verdadero problema. ¿Cuántos talentos artísticos se habrán
perdido en la historia por prohibiciones paternas?
Bazille, Autorretrato en St.Saveur, 1868 |
Digamos también que hay que
entender la posición de los padres: el trabajo del pintor es durísimo y muy
pocos ven el resultado de sus esfuerzos. Preguntémosle a van Gogh, que vendió
un solo cuadro en su vida. O a Monet, que durante muchos años vivió en la
miseria…
El caso que te quiero contar hoy
tuvo final feliz (aunque por poco tiempo) (1): Frédéric Bazille y su padre,
Gaston.