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jueves, 15 de febrero de 2018

En invierno


Fortuny, Los hijos del pintor, 1874

Una vueltita por el Museo del Prado nunca viene mal. Especialmente cuando hace frío y no hay mucho por hacer. (Estarás pensando, seguro: si hace calor, si llueve, si hace frío… Y sí, no te lo puedo negar, siempre encuentro la excusa para meterme en un museo.)


(Imagen: C.del Rosso)
Entré a ver la exposición de Mariano Fortuny. No es un autor del que sepa mucho. Vi sus obras alguna vez cuando visité el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) (Fuimos juntos esa vez, pincha aquí). En esa oportunidad no le presté mucha atención, yo quería ver a los Mir; sin embargo, me quedó algo así como un sentimiento de culpa o curiosidad no satisfecha…









Madrazo, Taller de Mariano Fortuny en Roma,
1874
En la expo del Prado podía saldar esa cuenta con este artista. ¿Qué te puedo contar? La expo es inmensa, hay que ir con tiempo y con mucha paciencia. Son muchísimas obras y casi todas de pequeño formato, a las que hay que dedicarle una mirada bien cercana. Había bastante gente, pero no como para agobiarte. Incluso me tocó ver a señoras mamás con bebés, que se portaron súper bien (¡niños inmersos en el arte desde la cuna!).








Fortuny, Mar con el Vesubio al fondo, 1871





Mariano Fortuny fue un pintor increíblemente prolífico para lo poco que vivió: murió a los 36 años. Fue muy famoso en vida. Se lo merecía. La exposición muestra todas sus facetas como artista: pintor de óleo y acuarela, grabador, dibujante excepcional y coleccionista de antigüedades. Al ver el conjunto de su obra me vino a la mente esto: “Podía hacer lo que quisiera”. 









Fortuny, El vendedor de tapices, 1870
Realmente, era bueno en todo. En el dibujo, magistral. Las acuarelas, como nadie. Y al óleo: minucioso, detallista, captando el movimiento y la escena sin problemas. Se puede ir viendo sus progresos en el manejo de la luz y el color. Dicen que fue decisivo su viaje al norte de África: allí conoció horizontes amplios, un sol brillante y gentes diferentes. Lo mandaron para documentar la Guerra contra Marruecos. 

Sus cuadros revelan todos esos paisajes y costumbres exóticas. O reminiscencias de Oriente, con aroma japonés. Y sus últimos cuadros en Nápoles, con el mar y la playa, pintados ahí mismo, del natural…

Fortuny, El coleccionista de estampas, 1866
Es un poco difícil decir con qué cuadro me quedaría. Me llamó mucho la atención “El coleccionista de estampas”, del cual hizo varias versiones, cambiando poses y la decoración de la habitación, una fantasía que nos lleva al sg. XVIII.  








Fortuny, El anacoreta, sg. XIX




O el grabado “El anacoreta”, del cual se muestra la plancha de cobre y los varios estados de impresión hasta la que él consideró como definitiva.







Impresionante es el cuadro para el cielorraso del palacio de la reina María Cristina en París, en la que ella aparece con Isabel pasando revista a las tropas. El Museo la expone colocada en el techo, que es como se debe ver, y realmente impacta su composición y el movimiento de los caballos.

Fortuny, La reina María Cristina con Isabel II pasando revista a las tropas
liberales, sg XIX
Fortuny, Ayuntamiento viejo de Granada, 1873
De los cuadros costumbristas africanos me quedo con el vendedor de tapices o el fumador de opio o tantos otros bocetos pequeñitos… Y aquellos estudios de la luz de Granada, donde se estableció con su familia…










Fortuny, Copia de Inocencio X, Velázquez, 1862
Me quedé un rato largo mirando la copia que hizo del San Andrés de Ribera. Y la de la Familia de Carlos IV de Goya o del Inocencio X de Velázquez (y de otros tantos Velázquez): aprendiendo de los maestros. Y los bocetos y dibujos a lápiz… ahí está su secreto, el germen de todo lo demás. Dominaba la anatomía  humana a la perfección.















Su familia aparece retratada varias veces: su señora comprando verduras, sus niños en el salón japonés o en “El almuerzo en la Alhambra”, asomándose por encima del muro.

Fortuny, Almuerzo en la Alhambra, sg XIX

Quizás el que más me llamó la atención fue “Fantasía de Fausto”. ¡Tenía una creatividad a toda prueba! Su amigo Pujol interpreta esa parte de la ópera de Gounod en el taller de Francisco Sans. Escuchando al pianista aparecen otros dos amigos, Agapito Frances y Lorenzo Casanova. A la izquierda aparece la escena de dicha ópera, Mefistófeles y Marte y Fausto y Margarita al fondo. Realidad y ensoñación en un mismo plano.

Fortuny, Fantasía sobre Fausto, 1866

Fortuny, Malvas reales, sg.XIX
Por último, la sala en la que se exponen sus objetos de colección: muebles, espadas, armaduras romanas, jarrones chinos… Un ejemplo de su gusto exquisito.

Me quedé observando a la gente. Estaban tan cansados como yo, pero fascinados con ese pincel delgado, minucioso y preciso; los colores casi como pequeñas gotas de luz. Me topé con un colega que estaba dando clase ahí mismo, con sus alumnos.


Fortuny, Joven con falda lila
en un puesto de verduras,
sg.XIX










Si puedes ir hasta el Museo del Prado, te la recomiendo especialmente. Y si por alguna razón no puedes, espero que mi comentario te haya transportado hasta el mundo de este gran pintor. Te dejo debajo el enlace de la web del Museo para que la puedas recorrer, al menos, virtualmente.








21 de noviembre de 2017-18 de marzo de 2018



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