No sólo un pintor de rectángulos
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Rothko, Nube azul, 1956 |
No siempre un gran pintor es un buen profesor. Son
dos cosas que no tienen nada que ver. Para ser profesor es necesario tener
vocación docente, es decir: tener ganas de trasmitir lo que sabes, ponerse en
la piel de tus alumnos, tener paciencia con ellos (especialmente cuando tú
percibes todo lo que no saben, todo el camino que les falta recorrer y que tú
ya hiciste). Esto vale para todas las áreas de la enseñanza, claro. No es
exclusivo de la Pintura.
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Rothko, Autorretrato, 1936 |
Hay pintores geniales que, sin embargo, no son
buenos profesores: un artista da clases para su sustento, para poder
interactuar con gente (el taller es muy, pero muy solitario), pero te saca del
ritmo de trabajo, te desconcentra, te saca del mundo de colores y ensoñaciones en
las que te has metido… Y das clases de mala gana, con mal humor, no estás con
ganas de bajar al nivel de tus alumnos, porque te está esperando el cuadro sin
terminar en el caballete, pero lo tienes que hacer porque necesitas el dinero
para comer o para comprar pinceles.