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Kandinsky, Violeta, 1923
(litografía) |
El violeta es un color ambiguo en varios sentidos. Por un lado, resulta de la mezcla del rojo y del azul, o sea, de la pasión y la espiritualidad, de las emociones y la razón; por otro, admite tintes que van desde un violeta rojizo hasta un violeta más azulado hasta llegar al negro.
Debido a esta variedad de matices, nombrarlo dependerá en gran medida del contexto cultural y del idioma del que estemos hablando: ¿es “violeta”, “púrpura” o “morado”? “Morado” alude al color de las moras; sobre la diferencia entre los otros dos, y especialmente, del púrpura, hablaremos más extensamente en otra oportunidad. Valga ahora esta pequeña introducción.