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jueves, 11 de diciembre de 2014

Los extremos se tocan: el violeta

Kandinsky, Violeta, 1923
(litografía)
El violeta es un color ambiguo en varios sentidos. Por un lado, resulta de la mezcla del rojo y del azul, o sea, de la pasión y la espiritualidad, de las emociones y la razón; por otro, admite tintes que van desde un violeta rojizo hasta un violeta más azulado hasta llegar al negro

Debido a esta variedad de matices, nombrarlo dependerá en gran medida del contexto cultural y del idioma del que estemos hablando: ¿es “violeta”, “púrpura” o “morado”? “Morado” alude al color de las moras; sobre la diferencia entre los otros dos, y especialmente, del púrpura, hablaremos más extensamente en otra oportunidad. Valga ahora esta pequeña introducción. 








El pigmento y su proceso de extracción se conoce desde 1500 a.C. Conseguirlo era costosísimo: se utilizaba una glándula de ciertos caracoles marinos y para lograr 1g de tinte (que no alcanza para nada) hacen falta 250000 de ellos. (Hoy el pigmento puro cuesta 1g=2440 euros). Por esta razón siempre se consideró un privilegio de pocos y de ahí que se relacione siempre con el poder o la autoridad. Por ejemplo: la corona y el trono de la reina Isabel II de Inglaterra tienen terciopelo violeta. En Roma sólo estaba permitido para el emperador, la emperatriz y el heredero; los senadores sólo podían llevar en la toga un borde de este color. Al resto de los mortales le caía la pena de muerte. Diocleciano (300 d.C.) se llevó los talleres y maestros tintoreros a Constantinopla, que se convierte en el centro de un verdadero monopolio: éste se terminó en 1453 con la llegada de los turcos. Y no habiendo púrpura/violeta puro, dejó de ser exclusivo para los que detentaban el poder. 

Al ser tan caro, siempre se asoció al lujo: las joyas se presentan en terciopelo violeta. Y como ellas han sido siempre para las mujeres, en muchos casos se dice que es femenino. No hay coches de este color. 
Klimt, Vida y muerte, 1916
Como no se destiñe, se considera símbolo de la eternidad, de lo divino y de la fe. Es el color de la Teología y también, de la Iglesia Evangélica. En el caso de la Iglesia Católica se utiliza en tiempo de Adviento y de Cuaresma, en misa de difuntos y en el Sacramento de la Penitencia. La razón: es el color más oscuro del espectro, el que más se acerca al negro, a la oscuridad y a la muerte; por lo tanto, es signo de penitencia, ayuno y espera. Y un dato curioso: en la Edad Media, era propio de las mujeres solteras entradas en años, por estar esperando la vida y a la vez, estar cerca de la muerte. 

Por su componente rojo, también se lo asocia a la sensualidad y la fantasía: aparece en los envoltorios de los chocolates. Es el color de la magia, de las brujas… 
Klimt, Retrato de
Emilie Flöge, 1902

A fines del siglo XIX se logró producirlo en laboratorio y enseguida se puso de moda en la decoración de interiores: ¿se imaginan el ambiente misterioso de un salón con papel mural violeta? Y también fue moda en los ’70, en relación con la búsqueda de superar los límites de de lo conciente y el rock. Piensa en Deep Purple o en “Purple Rain”… 
En el próximo artículo de nuestra sección de los Colores les cuento un poco más sobre el púrpura… 

Si quieres oír alguna composición musical sobre este color, te recomiendo:

(pincha en los títulos)







 Welsch,N.-Liebmann, C.Chr. Farben. München, Elsevier V.,2004; 
Heller, E. Wie Farben auf Gefühl und Verstand wirken. München, Droemer V., 2000; 
Gage, J. Color and Meaning. Los Ángeles, University California Press, 1999; 
notas personales

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