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jueves, 9 de febrero de 2017

Un día para barnizar

Tàpies, Jeroglíficos 1985

Si nunca te ha tocado barnizar un cuadro, no te puedes imaginar lo tedioso y complicado que puede resultar.

Turner, El héroe de las cien batallas, 1847 (Amplía la imagen
para ver el craquelado)

En primer lugar, si se trata de óleo, hay que esperar por lo menos 6 meses a que se seque la pintura completamente. Los pigmentos tierra (marrones) se secan como mínimo a los 2 días, si es que no estás en una zona de clima húmedo; el blanco de titanio, el verde de cromo, el bermellón, pueden tardar 4 a 6 meses! Y no te fíes de que la superficie aparente estar seca: el problema está en las capas internas. 



Spitzweg, Turcos en el Café, sg. XIX (Amplía la imagen para
ver el craquelado)

Si lo barnizas antes de tiempo, las capas inferiores querrán largar sus vapores, el barniz lo impedirá y con el tiempo tendrás una obra agrietada. Te lo confieso: hablar de vapores es una manera de salir del paso y no meterme en líos; en realidad, lo que ocurre es un proceso químico que se llama oxidación.




Turner, Diagrama para colgar cuadros en la
Royal Academy (Imagen: Tate Gallery 1819)




Y ahí no termina la cosa: hay que hacerlo en lugar cerrado, pero ventilado. No hay nada peor que se te pegue una hojita o polvo o ¡se te quede pegado un pelo de la brocha! Eso: la brocha tiene que ser muy buena para evitar estos accidentes.

Cada artista, cada época, tiene su técnica, sus preferencias, que mate, brillante o semimate..., que oscuro o transparente… Barnizar siempre es aconsejable, ya que proporciona una capa protectora a la obra. Siempre que esté bien hecho, claro.


Cuando hace muchísimo calor en el verano y tú estás en la piscina, yo estoy barnizando mis cuadros. Junto todos los que hice en el año; aprovecho esos días de calor para que se sequen más rápido y poder tener todo bien ventilado sin problemas. También es una manera de ver si el año fue productivo o no, volver a verlos y decidir si hay que retocarlos o darlos por terminados.

Y no es el único uso que se le puede dar al barniz. 

¿Sabías que Tàpies lo usaba como pintura? El resultado es una pincelada transparente, ¡como si estuviese pintando con miel o almíbar!

Tàpies, Barniz con formas negras, 1982

Y hablando de esto, me vino a la mente el famoso “varnishing day” de la Royal Academy de Londres (“el día de barnizar”).
Cruikshank, 1821


La Royal Academy fue fundada en 1768 por el rey Jorge III y su función ha sido desde siempre promover las artes plásticas. Cada año se celebra una exposición anual en los meses de verano en el que puede participar cualquier artista.  Esto sigue siendo así desde entonces: ya sabes, los ingleses se toman muy en serio sus tradiciones. Y es un acontecimiento público importantísimo.


El “varnishing day” era el día en que se permitía a los artistas retocar sus obras o barnizarlas, estando ya colgadas. Era un evento social en el que los críticos y coleccionistas podían ver las obras tranquilamente antes de abrir la exposición al público.

Parrott, Turner en el Varnishing
Day. 1840 (Imagen: Sheffield Museums)


Turner se aprovechaba de este día de manera muy especial. Era la oportunidad de ver cómo lucían sus cuadros al lado del de los otros artistas y con esas condiciones de luz. Ya hablamos una vez de él, hace tiempo, y de cómo le interesaban las nuevas teorías de color, especialmente la interacción de los colores entre sí. No eran caprichitos… Mientras otros barnizaban su cuadro o hacían pequeños retoques, él llevaba los suyos sin terminar y les daba la última capa de pintura ahí mismo.



Constable, La apertura del puente Waterloo, 1832

Conocida es la anécdota que protagonizó con Constable en 1832. Éste había presentado “El día de la apertura del puente de Waterloo”, una obra en la que había trabajado durante 10 años, en un formato más grande de lo que solía utilizar. A su lado, habían colgado el “Helvoetsluys zarpa de Utrecht” de Turner, una marina en matices grises y verdes. Cuando Turner vio el cuadro de Constable, aplicó con toda decisión una mancha roja sobre el agua, que luego convirtió en una boya. Constable dijo, estupefacto: “Vino y disparó con un arma”.  Turner le dio vida a esos verdes, usando el contraste de su color  complementario, el rojo, y, a la vez, lo relacionó así con los colores cálidos del cuadro de su colega.

Turner, Helvoetsluys zarpa de Utrecht, 1832

Pero no fue la única vez que hizo de las suyas en un “varnishing day”: cuando mostró “El héroe de las 100 batallas” puso justo frente al cuadro una hilera de coles verdes, bien verdes!!! Fue un gran rompecabezas para los visitantes: ¿qué hacían esas verduras ahí? ¡Sólo estaba dejando interactuar los colores! 

El “varnishing day” aún hoy sigue siendo como en el sg. XIX, con un servicio religioso para los artistas (que van hasta la iglesia de St. James en procesión) y cóctel. Esto es lo que dio origen a lo que hoy llamamos “vernissage” (de “vernis”, barniz en francés), el acto de inauguración de una muestra de arte.

Rowlandson, Sala de exposiciones, Somerset House, 1800
Tampoco te tiene que extrañar mucho esto de que una exposición sea vista por un grupo selecto un día antes de la inauguración oficial: los grandes coleccionistas, patrocinadores, galeristas, marchantes o autoridades tienen la posibilidad de ver con tranquilidad las obras, elegir las que les gustan y cerrar el trato. Cuando un simple mortal entra a verla, una gran parte de las obras ya están vendidas o adjudicadas.






¿Has barnizado algo alguna vez? ¿Cómo te ha ido? ¿Y has experimentado alguna vez con “toques de color”?


Fuentes: Butlin,M. -Joll, E., The Paintings of J.M.W. Turner, New Haven, Yale Univ. Press, 1987 
Dittmann, L. Farbgestaltung u. Farbtheorie in der abendländischer Malerei. Darmstadt, WBG,1987
Gage, J. Color and meaning. Berkeley-Los Ángeles, University of California Press, 1999

Si quieres saber más sobre Turner, te dejo a tu disposición estos enlaces de artículos anteriores:

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